JUAN SEBASTIÁN ELCANO
(Guetaria, Guipúzcoa, 1476 - océano Pacífico, 1526)
Navegante español que completó la primera vuelta al mundo (1519-1522). Aunque
no tuvo la trascendencia de la apertura de la ruta de las especias por Vasco
Da Gama o el descubrimiento de América de Cristóbal Colón,
la gesta de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano fue sin duda una de
las más espectaculares de la llamada «era de los descubrimientos»; basta
recordar que, tan sólo tres décadas antes, ningún marino europeo se había
aventurado siquiera a adentrarse por el ignoto Atlántico.
Las primeras noticias que se tienen de él le presentan como
un marino vasco con amplios conocimientos náuticos, que participó en la
expedición de Francisco Jiménez de Cisneros a Argel (1509) y en las
campañas de Italia de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. En
1518 conoció en Sevilla al navegante portugués Fernando de Magallanes, que
preparaba una expedición al servicio de España para buscar la ruta a las Indias
navegando hacia el Oeste. Elcano se enroló en la expedición, que partió de
Sanlúcar de Barrameda en 1519 y exploró el Río de la Plata y la Patagonia; allí
ayudó Elcano a sofocar un primer motín, pero participó en un segundo intento contra
Magallanes, el cual le perdonó la vida, sea por no hallarle culpable o por
considerarle imprescindible para continuar el viaje (1520).
Con Elcano reducido a un papel secundario, la expedición
descubrió el paso del Atlántico al Pacífico por el sur del continente
americano, así como las islas Marianas y las Filipinas. Cuando Magallanes murió
en un combate con los indígenas de las isla filipina de Mactam (1521), la
expedición quedó bajo el mando, sucesivamente, de varios de sus capitanes que
se disputaban el poder, mientras continuaban explorando las islas, entablando
relaciones con los jefes locales y buscando denodadamente la ruta a las
Molucas.
Finalmente, un triunvirato encabezado por Juan Sebastián
Elcano se hizo con el mando de lo que quedaba de la flota, argumentando que los
jefes portugueses (incluido Magallanes) habían eludido a propósito las Molucas
para no perjudicar a Portugal, que poseía el lucrativo monopolio del comercio
de las especias navegando hasta aquellas islas alrededor de África y a través
del océano Índico (1521).
Tras alcanzar las Molucas y establecer tratados con los
príncipes nativos, adquirieron un cargamento de especias y se dispusieron a
regresar. Sin embargo, una avería en una de las dos naos que quedaban hizo que
la expedición se separara: la nao averiada se quedaría en las Molucas hasta su
reparación y regresaría a tierras españolas de América cruzando el Pacífico;
mientras que Elcano regresaría con la nao Victoria a la
Península por la ruta portuguesa.
Este último viaje fue una hazaña difícil y peligrosa, pues a
las dificultades propiamente marítimas (como la de doblar el cabo de Buena
Esperanza) se añadía la necesidad de cruzar el Índico y bordear el continente
africano sin hacer escalas, por miedo a ser capturados por los portugueses, que
ya habían enviado una flota para hacer fracasar el empeño de Magallanes.
Elcano consiguió dominar la impaciencia de la tripulación,
ansiosa de bajar a tierra desde que pasaran ante las costas de Mozambique; pero
la falta de víveres le obligó finalmente a repostar en las islas de Cabo Verde,
donde varios tripulantes fueron apresados por el gobernador portugués y el
resto hubo de huir apresuradamente. Allí descubrió Elcano que en su cuenta del
tiempo llevaban un día de menos, consecuencia de haber dado una vuelta completa
al mundo. Por fin, la expedición llegó a Sanlúcar de Barrameda en 1522, con
sólo 18 hombres de los 265 que habían partido de allí mismo tres años antes.
El emperador Carlos V recibió a Elcano en
audiencia, aunque no fue muy generoso en las recompensas por su hazaña. Su
viaje constituyó un éxito, tanto desde el punto de vista geográfico (pues
confirmaba experimentalmente la esfericidad de la Tierra) como económico (ya
que la venta de las mercancías en Amberes sufragó sobradamente los costes de la
expedición).
Las expectativas de negocio así abiertas hicieron que se
fundara en La Coruña una nueva Casa de Contratación destinada a especializarse
en el comercio de las especias. Desde allí salió una segunda expedición,
costeada por los Fugger y mandada por García Jofre de Loaisa (un
aristócrata, para evitar nuevos problemas de insubordinación); Elcano viajaba,
a pesar de sus protestas, como piloto mayor. Pero aquella expedición, que salió
de La Coruña en 1525, fracasó por la muerte de Loaisa y de Elcano sucesivamente
(1526).
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